QUIEN JUEGA CON FUEGO…. SE PUEDE QUEMAR
Alba Lucia Castro, psicóloga. JULIO 3 DE 2015
En la calle del cartucho y similares, da tristeza y
sensación de impotencia al observar las piltrafas humanas, moribundos y muertos
que deambulan perdidos en las alucinaciones que vagan en sus mentes, mentes que
fueron brillantes, profesionales eminentes, profesores, arquitectos,
empresarios entre otros, lastimosamente destruidos e irreconocibles.
Muchos de ellos la ambición por el poder, dinero, fama, placer
y lujuria, los llevó a estar a la moda incluyéndose en el grupo de los amigos
que consumían drogas. O cedieron a la presión del grupo social, del jefe
drogadicto o de la insistencia de la pareja para el disfrute sexual.
Otros, se sintieron perdidos frente a alguna situación dolorosa
y los jibaros o malas amistades en medio del alcohol lo llevaron a mezclarlo
con drogas para ahogar las penas. Hay jóvenes
y viejos que por curiosidad o por no quedar mal frente al grupo de compañeros accedieron o buscaron probarlo, porque creían
firmemente que ellos no iban a caer en la adicción.
Ciertamente, algunos pocos logran probar la marihuana,
droga liviana, y no volver a caer. Pero otros, al cabo de un tiempo vuelven a
probar creyendo que como la primera vez, no caerán en la adicción, pero cada
vez son más frecuentes sus probadas y caen en adicción.
Otro caso sucede con drogas fuertemente adictivas que
desde el primer consumo producen en el cuerpo la necesidad de consumir,
especialmente cuando la persona tiene información en sus genes que lo dispone a
la adicción, porque sus antecesores abuelos, bisabuelos o tatarabuelos han sido
mascadores de coca, alcohólicos o consumidores de otras sustancias psicoactivas.
Tristeza, repudio por sí mismos, odio e ira contra todo,
es lo que sienten estos drogadictos al verse en la miseria, por eso buscan
desesperadamente huir de su propia realidad y consumen lo que sea para no
sentir hambre, vergüenza y quitarse el malestar físico y la ansiedad
insoportable de su adicción.
No son dueños de si, su cerebro se destruye, pierden la
razón entre las alucinaciones y las pocas neuronas atrofiadas, quizás un perro
callejero puede tener más consciencia que uno de estos seres que deambulan
entre los veloces vehículos de una avenida sin darse cuenta, así como atracan,
pelean y matan por conseguir plata para un “bareto”.
Jamás! Nunca juegue con fuego porque se puede quemar. Aléjese
de personas que piensen que eso es normal y mucho más de quienes consumen y le
ofrecen regalado. No se exponga a las tentaciones o a que lo presionen. Es
preferible perder un trabajo, salir de un colegio, perder amigos, que perder su
propia vida muriendo lentamente mientras causa dolor a su familia.