ALBA
LUCIA CASTRO, psicóloga
v1/2005-08-06, v2 sept 2012
Existe
un Paraíso rodeado por mares, bendecido
por ríos, colmado de especies animales y
una tierra donde cualquier semilla brota. Es un territorio tan milagroso y
especial, que extraños de decenas países
vinieron a robarse sus riquezas y cambio les dejaron un caudal de
semillas de maldad.
La
primera semilla creció y al percibir su aroma los habitantes del Paraíso se
llenaron de miedo, se veían más pequeños y empezaron a ver los extranjeros como
dioses. Entonces mientras los
paradisinos les besaban los pies, dichos personajes les extraían su sabiduría
popular y les inyectaban películas de sexo barato, violencia y corrupción.
Les
dieron bebidas y comidas deliciosas para que los paradisinos se durmieran
mientras ellos les robaban una extensa franja de su tierra. Les trajeron
elctrodomesticos, perfumes y baratijas para que ellos despreciaran sus telares
y les regalaran bananos, flores, oro, esmeraldas, cuero, café y petróleo.
Les
tupieron los oídos con música satánica y los enseñaron a cultivar, vender y
consumir drogas para robarles el corazón, porque les daba envidia la
capacidad de los paradisinos para amar, gozar de la vida y luchar por el
bienestar de su familia.
Buscaron
la forma de hacer que mantuvieran una guerra civil para que entre los mismos paradisinos se mataran,
les enseñaron a producir los narcóticos que ellos consumen para no afrontar la
deshumanización de sus pueblos, pero a la vez destruyeron la tranquilidad de
los pueblos y veredas del Paraiso.
Entonces
con el pretexto de aliviarles el dolor, cientos de sectas entraron por los
patios y convencieron a sus habitantes de que a cambio de entregar su
personalidad y parte de sus ingresos los salvarían para la eternidad.
Al ver
los extraños la inteligencia de los paradisinos, se llevaron los mejores
cerebros y convencieron a los jefes de que era mejor no exigirles a los niños
que aprendieran, sino que pasaran el año escolar por promoción automática, sin
ningún esfuerzo, civismo, religión ni urbanidad, para que no aprendieran a
pensar...¡Qué pesar!
Por eso
hoy vemos muertos deambulantes por las
calles del Paraíso, jóvenes con el cerebro sin estrenar, el corazón vacío y sin
principios ni buenos sentimientos para compartir porque su familia fue
despedazada por la guerra, la violencia intrafamiliar, la falta de ética y
moral de sus padres o los efectos del sistema económico mundial
¡Caray,
que panorama tan cruel! Sinembargo el Paraiso no muere porque hay quienes creen
en su país, su familia y comunidad y han decidido dejar de quejarse y protestar; a cambio han empezado a trabajar para recuperar el amor, la verdad, la
justicia y la paz!!!
Al fin en los colegios empezaron a ajustar la forma de evaluar e intentan enseñar urbanidad y valores para la convivencia en comunidad.
Y
Usted, ¿qué esta haciendo desde su
hogar, su trabajo y en especial desde su
SER PERSONA para hacer de Colombia un Paraíso de verdad?
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