ALBA LUCIA
CASTRO
Para hablar de
valores, vale la pena aclarar que el valor es algo intangible, observable solo
a través de la conducta de las personas, uno no puede tocar la sinceridad, solo
puede discernir si un acto de alguien es sincero o no.
En cuanto una
persona posee un valor, constantemente es sincero, por ejemplo, posee la virtud
de la sinceridad, las virtudes entonces son hábitos operativos buenos, hábitos
porque ya son formas de actuar arraigados, que se hacen automáticamente, se
viven, se sienten, forman parte de la forma de SER de la persona, son parte de
la espiritualidad de la persona.
Son operativos
porque se pueden ver en las acciones, en lo que dice, hace, piensa, siente,
desea y expresa la persona. Y son buenos, porque por lo general producen
sentimientos y emociones agradables, como tranquilidad, satisfacción, amor,
alegría.
Las virtudes son
contrarias a los vicios o defectos. Estos son hábitos operativos malos, y son
malos porque generalmente traen problemas y conflictos, resentimientos y
emociones negativas como malestar, enojo, ira, frustración, dolor, ansiedad,
angustia, miedo, tristeza, rencor y odio de las personas que se ven afectadas
por el defecto o vicio de la persona.
Los objetivos
educativos de la familia, deben estar centrados en formar en virtudes, lo cual
requiere tres cosas fundamentales
Primero que todo, saber
qué es la virtud, qué significa exactamente, identificar las características de
la virtud y distinguir en las personas cuando alguien tiene o no la virtud
Segundo, motivar a vivir
la virtud a través de principios que contengan criterios de recta intención,
con una filosofía de vida centrada en el bien, el amor, la paz y la bondad, Enseñarles criterios para tomar decisiones
fundamentados en
- · la justicia consigo mismo y con otros:
- · la prudencia para saber cuándo y cómo actuar o dejar de actuar ;
- · la fortaleza para afrontar las duras realidades sin darse por vencido
- · y la templanza para vencer el ocio, la pereza, la tentación del placer por el placer, del poder por el poder y del enriquecimiento fácil, la vida superficial y desechable.
En tercer lugar, los
padres deben asumir responsablemente su rol de padres, dedicarles tiempo a los
hijos para darles ejemplo de vida y orientarlos en la reflexión, estimular y
hacer reconocimiento cuando se obra acorde con los valores y exigir que se
vivan las virtudes en la familia, es decir hacer que se conviertan en valores
familiares.
Obviamente, los
padres y madres de familia, que trabajan en empresas donde no les conceden el
derecho a ser humanos, a vivir la afectividad, a cumplir con sus deberes de
padres porque en esas empresas entran a una hora pero no saben cuándo salen, tendrán
serias dificultades para poder formar a sus hijos en las virtudes y valores
rectos.
Si queremos
transformar nuestra sociedad con gente formada en valores rectos, las empresas
deben asumir la responsabilidad social de su explotación laboral, la cual está
generando hijos solitarios abandonados a su soledad y desorientación, lo cual
los pone en riesgo de adquirir trastornos psicológicos y de desarrollar una
trastornada personalidad antisocial.
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