martes, 21 de agosto de 2012

COMO EDUCAR EN VALORES



ALBA LUCIA CASTRO

Para hablar de valores, vale la pena aclarar que el valor es algo intangible, observable solo a través de la conducta de las personas, uno no puede tocar la sinceridad, solo puede discernir si un acto de alguien es sincero o no.

En cuanto una persona posee un valor, constantemente es sincero, por ejemplo, posee la virtud de la sinceridad, las virtudes entonces son hábitos operativos buenos, hábitos porque ya son formas de actuar arraigados, que se hacen automáticamente, se viven, se sienten, forman parte de la forma de SER de la persona, son parte de la espiritualidad de la persona.

Son operativos porque se pueden ver en las acciones, en lo que dice, hace, piensa, siente, desea y expresa la persona. Y son buenos, porque por lo general producen sentimientos y emociones agradables, como tranquilidad, satisfacción, amor, alegría.

Las virtudes son contrarias a los vicios o defectos. Estos son hábitos operativos malos, y son malos porque generalmente traen problemas y conflictos, resentimientos y emociones negativas como malestar, enojo, ira, frustración, dolor, ansiedad, angustia, miedo, tristeza, rencor y odio de las personas que se ven afectadas por el defecto o vicio de la persona.

Los objetivos educativos de la familia, deben estar centrados en formar en virtudes, lo cual requiere tres cosas fundamentales

Primero que todo, saber qué es la virtud, qué significa exactamente, identificar las características de la virtud y distinguir en las personas cuando alguien tiene o no la virtud

Segundo, motivar a vivir la virtud a través de principios que contengan criterios de recta intención, con una filosofía de vida centrada en el bien, el amor, la paz y la bondad,  Enseñarles criterios para tomar decisiones fundamentados en
  • ·         la justicia consigo mismo y con otros:
  • ·         la prudencia para saber cuándo y cómo actuar o dejar de actuar ;
  • ·         la fortaleza para afrontar las duras realidades sin darse por vencido
  • ·         y la templanza para vencer el ocio, la pereza, la tentación del placer por el placer, del poder por el poder y del enriquecimiento fácil, la vida superficial y desechable.


En tercer lugar, los padres deben asumir responsablemente su rol de padres, dedicarles tiempo a los hijos para darles ejemplo de vida y orientarlos en la reflexión, estimular y hacer reconocimiento cuando se obra acorde con los valores y exigir que se vivan las virtudes en la familia, es decir hacer que se conviertan en valores familiares.

Obviamente, los padres y madres de familia, que trabajan en empresas donde no les conceden el derecho a ser humanos, a vivir la afectividad, a cumplir con sus deberes de padres porque en esas empresas entran a una hora pero no saben cuándo salen, tendrán serias dificultades para poder formar a sus hijos en las virtudes y valores rectos.

Si queremos transformar nuestra sociedad con gente formada en valores rectos, las empresas deben asumir la responsabilidad social de su explotación laboral, la cual está generando hijos solitarios abandonados a su soledad y desorientación, lo cual los pone en riesgo de adquirir trastornos psicológicos y de desarrollar una trastornada personalidad antisocial. 

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