viernes, 22 de julio de 2016

adaptación de los padres primerizos

¿UN BEBE CAMBIA TODO?
ALBA LUCIA CASTRO, psicóloga. julio 2016

Ser mamá es lo más maravilloso que puede pasarle a una mujer, tanto como a un hombre ser papá. El asunto es mucho mejor cuando la actitud frente a los cambios en el estilo de vida se aceptan con amor y fortaleza. Desde el momento en que comienza el parto la vida cambia, pues ya dormir a pierna suelta durante 8 o más horas se convierte en algo fortuito, porque el bebé recién nacido no sabe hacer otra cosa que dormir, comer y llorar cuando se siente inconforme.

Su cuerpito viene de recibir continuamente el nutrimento que necesita a través del torrente sanguíneo, ahora necesita ser alimentado con frecuencia, aunque solo coma una onza, porque está aprendiendo a chupar, a tragar y su estómago está entrenándose para digerir, por eso toca alimentarlo de a poquitos y seguido durante las seis primeras semanas. Cuando duerme mucho tiempo y come poco, corre el peligro de perder peso y desnutrirse.  

Para el bebé el cambio del seno materno tibio, suave y a donde los ruidos no son fuertes, a un ambiente de aire, diversas temperaturas, contacto directo con telas y tejidos y ruidos directos, todo esto le hace sentir incómodo, triste y asustado a veces, por eso llora repentinamente.

Los padres primerizos deben estar unidos, tener paciencia, tolerancia, saber manejar el estrés y el cansancio con serenidad (sin agresividad), mantener el sentido del humor y buena comunicación, para poder organizarse, coordinar y turnarse todas las tareas y actividades que exige la atención al bebé para asegurar la higiene, alimentación y sueño y el control de salud de los padres.

El ritmo y estilo de vida obligatoriamente cambian. El orden de prioridades debe ajustarse, primero atender integralmente al bebé, junto con la salud física y mental de los padres, lo cual incluye oportuna y adecuada alimentación, hidratación, sueño, descanso y atención médica necesaria especialmente para la madre.

En segundo lugar, el arreglo de cocina, baños y lavado de ropa; compras de mercado, medicinas o cosas del bebé y diligencias inaplazables.  Y sobre todo lograr que alguien se quede un par de horas con el bebé para que los padres puedan salir solos a cambiar de ambiente, tomar un aire y fortalecerse como pareja.

Las visitas durante los dos primeros meses deberían aparecer para ayudar y no para que las atiendan. Por ejemplo, pueden llevarles una comida poco condimentada, nutritiva y fresca, para que no tengan que cocinar. Sería conveniente que antes de ir los visitantes preguntaran si los reciben, a qué horas y si necesitan alguna cosa que puedan comprar en el camino para llevárselo.

Cuando hay más confianza o son familiares, podrían preguntar en qué quieren los padres ayuda, quizás necesiten una barrida de la casa, organizar la ropa del bebé o arreglar la cocina, hacer llamadas, pedir citas médicas, pagar facturas o alguna otra diligencia.

Muchas normas y costumbres deben modificarse. La madre ya no tendrá tiempo para arreglarse como antes, tendrán que aprender qué llevar en la pañalera y en el bolso; las reuniones sociales generalmente incluyen al bebé o tendrán dejarlo con alguien muy hábil y responsable.

En síntesis, los padres a partir del nacimiento tendrán que ser flexibles, aprender muchas cosas cada día, ser recursivos, creativos, dejar el orgullo, egocentrismo y ante todo sentir que el bebé es el más maravilloso milagro de vida, porque nació de ellos y la acción del Creador, por eso merece todo su amor incondicional. 

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