¿UN BEBE CAMBIA TODO?
ALBA LUCIA CASTRO, psicóloga. julio 2016
Ser mamá es lo más maravilloso
que puede pasarle a una mujer, tanto como a un hombre ser papá. El asunto es
mucho mejor cuando la actitud frente a los cambios en el estilo de vida se
aceptan con amor y fortaleza. Desde el momento en que comienza
el parto la vida cambia, pues ya dormir a pierna suelta durante 8 o más horas
se convierte en algo fortuito, porque el bebé recién nacido no sabe hacer otra
cosa que dormir, comer y llorar cuando se siente inconforme.
Su cuerpito viene de recibir
continuamente el nutrimento que necesita a través del torrente sanguíneo, ahora
necesita ser alimentado con frecuencia, aunque solo coma una onza, porque está
aprendiendo a chupar, a tragar y su estómago está entrenándose para digerir,
por eso toca alimentarlo de a poquitos y seguido durante las seis primeras
semanas. Cuando duerme mucho tiempo y come poco, corre el peligro de perder
peso y desnutrirse.
Para el bebé el cambio del seno
materno tibio, suave y a donde los ruidos no son fuertes, a un ambiente de aire,
diversas temperaturas, contacto directo con telas y tejidos y ruidos directos, todo
esto le hace sentir incómodo, triste y asustado a veces, por eso llora
repentinamente.
Los padres primerizos deben estar
unidos, tener paciencia, tolerancia, saber manejar el estrés y el cansancio con
serenidad (sin agresividad), mantener el sentido del humor y buena
comunicación, para poder organizarse, coordinar y turnarse todas las tareas y
actividades que exige la atención al bebé para asegurar la higiene,
alimentación y sueño y el control de salud de los padres.
El ritmo y estilo de vida
obligatoriamente cambian. El orden de prioridades debe ajustarse, primero atender
integralmente al bebé, junto con la salud física y mental de los padres, lo
cual incluye oportuna y adecuada alimentación, hidratación, sueño, descanso y
atención médica necesaria especialmente para la madre.
En segundo lugar, el arreglo de
cocina, baños y lavado de ropa; compras de mercado, medicinas o cosas del bebé
y diligencias inaplazables. Y sobre todo
lograr que alguien se quede un par de horas con el bebé para que los padres
puedan salir solos a cambiar de ambiente, tomar un aire y fortalecerse como
pareja.
Las visitas durante los dos
primeros meses deberían aparecer para ayudar y no para que las atiendan. Por
ejemplo, pueden llevarles una comida poco condimentada, nutritiva y fresca,
para que no tengan que cocinar. Sería conveniente que antes de ir los
visitantes preguntaran si los reciben, a qué horas y si necesitan alguna cosa
que puedan comprar en el camino para llevárselo.
Cuando hay más confianza o son
familiares, podrían preguntar en qué quieren los padres ayuda, quizás necesiten
una barrida de la casa, organizar la ropa del bebé o arreglar la cocina, hacer
llamadas, pedir citas médicas, pagar facturas o alguna otra diligencia.
Muchas normas y costumbres deben
modificarse. La madre ya no tendrá tiempo para arreglarse como antes, tendrán
que aprender qué llevar en la pañalera y en el bolso; las reuniones sociales
generalmente incluyen al bebé o tendrán dejarlo con alguien muy hábil y
responsable.
En síntesis, los padres a partir
del nacimiento tendrán que ser flexibles, aprender muchas cosas cada día, ser
recursivos, creativos, dejar el orgullo, egocentrismo y ante todo sentir que el
bebé es el más maravilloso milagro de vida, porque nació de ellos y la acción
del Creador, por eso merece todo su amor incondicional.
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