viernes, 9 de septiembre de 2016

AUTORIDAD AMBIGUA: HIJOS REBELDES


ALBA LUCIA CASTRO, psicóloga, marzo 18 de 2016

Papá y mamá tienen su propia forma de ser, eso es cierto, pero cuando  en el manejo de la autoridad son opuestos los hijos se sienten a veces confundidos y terminan rebelándose,  siendo más conflictivos y difíciles de manejar y de educar.

Cuando un padre es demasiado autoritario, controlador y posesivo, mientras el otro es sumiso, indeciso y de carácter débil, los hijos sienten que no tienen una guía ecuánime ni apoyo estable, pues en casa todo se mueve según lo disponga el autoritario y el sumiso no es capaz de defenderlos, de equilibrar los asuntos en los que el autoritario se pasa de calidad siendo injusto.

Pero además, sucede un ciclo negativo con el trascurrir del tiempo, el sumiso al darse cuenta de las injusticias que sufren los hijos por la soberbia y terquedad del autoritario, por un lado, sigue siendo más sumiso para evitar problemas y por otro, procura ser más complaciente con los hijos, incluso a escondidas del autoritario.

Los hijos rechazan al autoritario porque no escucha, es desconsiderado, poco comprensivo e injusto en muchas de sus apreciaciones, juzgamientos y obviamente en los castigos. Pero también les duele y se llenan de ira al ver que el débil le falta carácter, que se comporta como un hijo más, que obedece al autoritario como borrego, en lugar de ocupar su lugar como jefe de hogar.

Desde el punto de vista del hijo, es muy triste tener un par de padres tan desequilibrados, cada uno en un extremo. Desde el punto de vista del autoritario, cada vez es más autoritario porque cree que el sumiso no sirve para nada, que es un alcahueta y está malcriando los hijos; mientras el débil piensa que el autoritario es un atarbán, insensible que toma decisiones absurdas, injustas y dolorosas para todos.


El conflicto del manejo de la autoridad empieza a generar problemas de relación de pareja, los hijos, entonces sienten que además de que sus padres no son capaces de manejarlos, tampoco son capaces de sostener un hogar estable, agradable, donde haya seguridad y verdadero amor, puede que acepten que los papás los amen, pero no pueden comprender el tipo de amor que les dan, eso les genera ansiedad, inseguridad y actitudes poco adaptativas.

La solución es que los padres tienen que prepararse para ser padres, no pueden seguir la escuela de todo lo que hicieron con ellos, pues el hogar y sus hijos son distintos, viven en épocas y culturas bien diferentes de cuando los padres eran niños o adolescentes.

Es necesario que se capaciten, que aprendan a ser asertivos, a manejar una unidad en la autoridad teniendo cuenta el desarrollo evolutivo de los hijos, si son hombre, mujer o de la tercera opción; reconocer que son diferentes y que merecen un trato diferente.

Las normas de convivencia, los valores y las cualidades no cambian, pero sí cambia la forma de enseñarlos y de vivenciarlos en casa, Lo primero es el ejemplo: el respeto por las diferencias, la comprensión, comunicación, capacidad de negociar y concertar y la responsabilidad de padre y madre entre muchas otras, es la base para que los hijos sepan a qué atenerse, es que primero hay  que dar y enseñar para luego poder exigir.


No es fácil ser papá y mamá, solo hay que bajarse al nivel de los hijos, entrar en su mundo, capacitarse, leer, consultar y no castigar sino reflexionar, comprender y orientar. Es amar con dulzura pero también con firmeza en los criterios y valores, para lograr los objetivos educativos que se proponen. 

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