Alba lucia castro, psicóloga, julio 2015
Hay relaciones tormentosas, compuestas por una persona
sumisa, candorosa, de carácter débil, dependiente, con baja autoestima y otra
dominante, agresiva, tirana, egoísta, inestable emocionalmente, manipuladora
incluso infiel y desleal; conforman un juego destructor en el que se rotan los
roles de víctima, victimario y salvador.
La sumisa dependiente por lo general “ama demasiado”, es la
típica persona que aunque sufre con la tiranía siempre satisface las exigencias
del tirano, después de que recibe insultos y golpes, perdona y pone la otra mejilla porque ama y
cree que amar implica sufrir.
Los desplantes, humillaciones e infidelidades se aguantan
con resignación, porque el tirano
algunas veces se porta amable, puede darle regalo, prometer que no volverá a
hacerlo y que cambiará o en otros casos, amenaza con abandonar a la pareja
sumisa y dependiente porque está harto(a) de tanto problema.
Con frecuencia la persona sumisa espera que algún día el
tirano cambie. Espera que cuando nazcan los hijos, cuando mejoren las
condiciones laborales, económicas o sociales, el tirano logre aterrizar y darse
cuenta del daño que causa, pero casi nunca se cumplen los sueños de la persona
sumisa.
Lo que sucede en algunos casos irremediables, es que la
estructura de la personalidad marca la forma de comportarse, forman parte de
esta estructura por un lado la forma innata de percibir los sucesos, vivir las
emociones y reaccionar.
Por otro lado incluye los aprendizajes adquiridos a través
de lo vivido desde el momento de la concepción porque tanto en la etapa
embrionaria como fetal y la primera infancia, la mente del ser humano asume
subjetivamente los sucesos, conformando los esquemas mentales primarios, que
vienen siendo criterios inconscientes sobre los que el individuo se fundamenta
para actuar.
Por tanto, un individuo no deseado, rechazado, abandonado
afectivamente, maltratado y abusado sexualmente, guarda en su mente
inconsciente dolor psicológico, miedo,
angustia, frustración e ira, y en consecuencia va desarrollando formas de
actuar llenas de esos sentimientos negativos, mecanismos de defensa y
agresividad.
Como esa forma de “ser” está en un marco mental tan
profundo, el individuo quizás no recuerda los eventos dolorosos y no comprende
qué le sucede o le parece que simplemente él es así y no le importa lo que
otros le digan o piensen de él. Por tanto si no reconoce el problema, pues
tampoco pensará ni deseará solucionarlo para no causar daño, quizás piense que
el causante de los problemas es el otro miembro de la pareja.
Entonces, ¿para qué ilusionarse pensando que algún día
cambiara? Se recomienda buscar ayuda
psicológica para equilibrarse psicológicamente y sanar heridas, antes de tomar
decisiones de separarse o continuar la relación, pero tenga presente que el deber
esencial de todo ser humano es cuidar su salud física y mental, así como la de
sus hijos.
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