ALBA LUCIA CASTRO, psicóloga, junio 25 de 2017
En 1980, David D Burns, psiquiatra de la Universidad de Pensilvania, definió a los perfeccionistas como personas "cuyos estándares están fuera del alcance o de la razón, que se enfocan compulsiva e incansablemente hacia metas imposibles, y que miden su propio valor enteramente en términos de productividad y cumplimiento de objetivos".
Es aprehendido en la niñez por una religión, por exigencia y estimulo de los cuidadores, profesores o padres, quienes recompensan la perfección con aprobación y elogio y sancionan la mediocridad o el error con castigo vergonzoso o doloroso psicológicamente.
El perfeccionismo es una idea irracional absurda porque nada ni nadie es sabio ni perfecto, todo en este mundo es relativo, porque lo que es “perfecto” para alguno, puede ser inservible para otro, pues cada situación es única e irrepetible.
Si bien es cierto que se debe tener una planeación, también debe considerarse que pueden presentarse obstáculos y que los resultados sean diferentes a lo esperado. Dado el caso, el perfeccionista se frustra, una persona con mayor capacidad adaptativa y realista es capaz de analizar la funcionalidad de los resultados y resuelve el asunto objetiva y asertivamente.
Los perfeccionistas no piden ni aceptan ayuda para no perder méritos, pero se demoran en terminar una tarea, pues se eternizan en detalles nada importantes por miedo equivocarse y a la desaprobación. Generalmente la jornada de trabajo no les alcanza, entonces trabajan tiempo extra sacrificando la atención a si mismo y a la familia.
El perfeccionista es inflexible, dominante, testarudo; cree que es superior a los otros, busca aprobación, reconocimiento, ascensos y estatus. Es despectivo, autoritario, controlador, no delega, no confía en las capacidades de otros y goza o se siente bien haciéndole ver a otros los errores. Carece de empatía, asertividad y de habilidades sociales auténticas, es adulador y diplomático cuando le conviene.
Se autocontrola hasta rechazar, ignorar y negar lo que siente y desea; juzga y critica negativamente, etiqueta las personas, (por un retardo cataloga a la persona de por vida como irresponsable), generaliza (por uno pagan todos), busca culpables antes que soluciones y castiga en vez de informarse y ser ecuánime, por eso tienen mal perfil de líder.
IMAGEN TOMADA DE GOOGLE |
Ser perfeccionista no es saludable porque tiene dificultad para adaptarse a la realidad, sufre frustraciones continuas, se aísla de la familia y los amigos, no es fácil sostener una relación de pareja con ellos, se amarga y le amarga la vida a quienes conviven o laboran a su lado), muchos les huyen o destierran a los perfeccionistas.
El perfeccionismo acarrea trastorno obsesivo-compulsivo, depresión, ansiedad, trastornos del estado de ánimo, vergüenza, culpa y burn out cuando se combina con trabajolismo. Lastimosamente los perfeccionistas, como los adictos, se niegan a aceptar que están en un problema. Si detecta que coincide en más de tres de estos síntomas pida ayuda al psiquiatra y al psicólogo clínico, antes que los daños colaterales empeoren.
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