La serenidad es la
cualidad de ser apacible, sosegado, sin turbación física o
moral, es indispensable para afrontar cualquier situación de manera
responsable y funcional, implica la capacidad de mantener
la calma, ecuanimidad y templanza para manejar y controlar instintos, emociones
y pasiones, requisito para ser padre, madre, jefe o líder.
La serenidad implica tener capacidad de
apertura para indagar el todo y los pormenores del asunto, saber escuchar y
observar atentamente respetando las ideas, acciones y criterios de los
implicados en la situación, interesándose por conocer las razones y los
objetivos que persiguen.
Una persona serena es analítica y flexible,
se interesa por conocer las normas, leyes y la forma que tienen otros de hacer
las cosas; clarifica metas, acuerda normas, procedimientos esenciales y límites
de autonomía para delegar y hacer que todos participen.
Cuando las cosas no funcionan, interroga
respetuosamente para asegurarse de que el otro está encaminado hacia los
resultados o para hacerle caer en cuenta lo que debe modificar.
Una persona serena, tiene seguridad en sí
misma, autoestima equilibrada y la convicción de que tener autoridad o liderar
un grupo no es para ejercer poder y controlar a otros, sino enseñar, dar
ejemplo, orientar, apoyar, estimular y dirigir a un grupo de personas de
múltiples formas de ser, pensar y sentir, para lograr metas y objetivos para el
bien individual y común.
Una persona serena, sabe lo que vale, sus
falencias y dificultades, no se siente ni más ni menos que los demás, es
respetuoso, humilde y sencillo, jamás grita, humilla, amenaza ni tiene
actitudes despectivas, se fundamenta en las normas, acuerdos, metas y objetivos
para dialogar acerca de los errores que se cometen.
Una persona serena se interesa por conocer a
quienes lo rodean para reconocer su forma particular de ser, porque sabe que
cada persona es única, irrepetible y que tiene su propio estilo y ritmo para
pensar, sentir y hacer las cosas, que hay diferencias de edad, sexo, cultura,
pero que todos al fin de cuentas son humanos.
El líder conserva su serenidad porque está
convencido de que las personas de por sí actúan con buena intención y no toma
como afrenta personal los errores que ellos cometen.
Una persona serena es prudente, justa y
objetiva, porque controla emociones y logra coherencia entre sus valores éticos
y morales, lo que siente, piensa y desea, con lo que dice y hace: Sabe cuándo hablar
o callar, actuar o dejar de actuar, cambiar decisiones y lo hace de la manera
adecuada y en el momento oportuno en pos del bienestar del grupo y la
consecución de las metas propuestas.
Y, por último, la serenidad implica una gran
capacidad de comprensión de las falencias humanas, disminuye los resentimientos
y remordimientos, da fortaleza frente a las presiones. Si además la combina con
buen sentido del humor, se convierte en un elemento natural contra el estrés y
te hace una persona respetable y adorable. vale la pena lograrlo, ¿cierto?
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