miércoles, 21 de diciembre de 2016

Consecuencias de autoridad ambivalente

AUTORIDAD AMBIVALENTE: HIJOS INCOHERENTES
ALBA LUCIA CASTRO Psicóloga, dic 21 de 2016

Cuando los padres tienen criterios diferentes sobre el amor y la educación de los hijos y no se ponen de acuerdo en los objetivos educativos, en las estrategias para formar su personalidad ni en la forma de aplicar la autoridad, genera en los hijos incertidumbres pero también mecanismos de defensa que conducen a formar en ellos principios, valores y comportamientos inadecuados.

Por ejemplo, un padre sobreprotector, permisivo, cuya premisa es que su hijo no sufra, procura darle más de lo que necesita, dejarlo que haga lo que desee, hacer por el las tareas escolares y de la vida, solucionarle los problemas evitando que asuma responsabilidades y consecuencias dolorosas que sirven de lecciones de vida.

La madre para compensar esta debilidad paterna podría ubicarse en el otro extremo y ser muy estricta, autoritaria, represiva, procura que asuma las consecuencias de sus actos y responsabilidades sin ofrecerle orientación ni apoyo que a veces son necesarios.

El hijo, crece en medio de una guerra de poderes. Generalmente siente que su padre permisivo es un amor incondicional y su madre autoritaria, egoísta y maltratadora.

A partir de este conflicto, empieza la incoherencia, pues el menor no puede formarse unos criterios certeros y firmes sobre los diversos asuntos vitales como la importancia del estudio, del amor por sí mismo y por el prójimo, el valor del trabajo y del dinero, el manejo del poder, cómo acatar órdenes, normas y respetar la autoridad y en consecuencia no logran ser asertivos para comunicarse, tomar decisiones y actuar.  

La ambivalencia de la autoridad trunca un buen desarrollo de la personalidad,  autoestima, autonomía, habilidades sociales y valores éticos y morales, porque los padres se desautorizan mutuamente; por ejemplo, cuando el permisivo le dice al hijo, “no le pongas cuidado a tu madre”, mientras el autoritario vocifera que el hijo es irresponsable e inepto.

Cada caso familiar es único e irrepetible, pero en general las consecuencias no son funcionales, pues los hijos siempre presentan déficits en los elementos de juicio y criterios ambivalentes para afrontar los roles, exigencias y problemas que le presenta la vida.

Los hijos sufren ansiedad, depresión e inestabilidad emocional, pueden ser rebeldes sin causa, con comportamientos desafiantes o antisociales; otros adoptan por ser solapados, mentirosos, tramposos, oportunistas y manipuladores porque aprenden a enmascararse de acuerdo a las situaciones, se “arriman al sol que más caliente” y ejercen poder sobre el más débil.

Para ellos la vida es un infierno que no comprenden y no saben cómo manejar, no tienen una guía de principios que le de coherencia a lo que sienten, desean y hacen, toman decisiones por instintos e impulsos, los riesgos extremos, alcohol y drogas son formas de escapar del dolor psicológico e insatisfacción.

¿Quieren Uds. ver sus hijos fracasados e infelices? Nunca es tarde para cambiar.

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