viernes, 13 de octubre de 2017

NECESIDADES AFECTIVAS

La necesidad de sentirse amado es algo particular de los humanos. 
En general todo ser humano entiende como amor las acciones de cuidado, protección y seguridad en la salud y la enfermedad, apoyo moral y psicológico, ayuda para satisfacer las necesidades, palabras motivadoras, detalles y caricias, momentos de ocio, diversión y también proyectos conjuntos de desarrollo y progreso.
  Los seres humanos son complejos en sus sentimientos porque lo vivido y aprendido desde antes de nacer influye en la forma de reconocer sentimientos, aceptarlos, vivirlos y por eso cada uno tiene formas diferentes de buscar la satisfacción de sus necesidades afectivas.
   En general, los hombres y las mujeres difieren en sus formas de sentir la necesidad de afecto y la forma como se relacionan afectivamente con otras personas. Esta es una de las causas de confusión y de conflictos entre hombres y mujeres.
   Los hombres se mueven entre su egocentrismo y el compartir con alguien, prefieren el aislamiento para encontrarse consigo mismos, lograr apaciguar su ansiedad, estrés, preocupaciones e inquietudes, para luego pedir afecto o tener la capacidad de recibir de buen agrado la presencia afectiva de alguien.
   Las mujeres necesitan conversar y sentir el afecto de alguien para calmar su ansiedad, estrés y preocupaciones, solucionar sus problemas para lograr estar dispuesta a dar afecto.
Para una mujer el amor implica compartir la vida, recibir apoyo y poder contar incondicionalmente con su pareja. Su tendencia es al apego, a interdepender, a que en la mayoría de las cosas  de su vida su pareja sea importante, y espera que su pareja corresponda.
   Los hombres tienden a ser más independientes, más egocéntricos, mas sexuales que románticos o cariñosos, más racionales que afectivos y su vida está centrada en logros y autorrealización de autonomía y autogestión laboral y social.
   Las mujeres, son más dadas a las expresiones y acciones afectivas que al sexo, mas sentimentales que racionales, su vida está centrada en lograr el bienestar y afecto de ella y los suyos que en logros laborales.
   Perfecto binomio si se escuchan y comprenden, pues son complementarios. El conflicto surge cuando no son capaces detectar las diferencias y respetarlas,  cuando no logran escuchar y ver lo que la otra persona siente, piensa, hace y desea, sino que alguno o los dos quieren imponer sus formas de pensar y de hacer las cosas.
   Sin embargo, sería bueno, que además de dialogar, comprender, negociar, ceder y conceder, los hombres aprendieran a ser un poco menos racionales y a atender pequeños detalles afectivos, a ser cariñosos, buenos amigos, buenos escuchas y que pudieran expresar lo que sienten y desean de manera más libre y directa.
   Las mujeres podrían aprender a ser un poco más independientes, para dejar más espacio y permitir que su pareja no la sienta como una carga o factor de presión.  La fórmula es que en pos del bienestar de la familia, ambos logren términos medios que los acerquen en lugar de irse a los extremos, es decir: “ni tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre”.    
   ALBA LUCIA CASTRO, psicóloga agosto 4 de 2017

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