¿SERÁ QUE MI HIJO LO HACE POR
MALDAD?
ALBA LUCIA CASTRO, Psicóloga
Rosalba se queja de su hijo de 10 años, acaban de decirle que no se lo
aguantan en el colegio, pero afirma: “la verdad, es que yo tampoco me lo
aguanto en casa, es insoportable, yo no se si es que no entiende o lo hace de
maldad”
Martín está en 3°, cuando está juicioso pone atención y algo aprende,
pero eso le dura unos pocos minutos, porque se para, le quita o le raya los
cuadernos a los otros niños, rompe los lápices, se tira al piso, camina por
todo el salón, habla solo o produce ruidos, se sale a andar por todo el
colegio.
No pasa al tablero, no participa en clase adecuadamente, habla de cosas
que no tienen que ver con el tema. A veces copia lo que están dictando o del
tablero, pero normalmente no acaba, se distrae, cambia las letras o las
palabras. A veces la letra es ininteligible. Para que haga algo bien, tiene que
estar alguien a su lado, motivándolo a concentrarse y orientándolo. Su
rendimiento académico es bastante deficiente.
En casa agrede a sus hermanos,
interrumpe intempestivamente cualquier actividad de los otros, daña cualquier
cosa, brinca todo el tiempo y no mide peligros. Cuando se le castiga
fuertemente dura un rato calmado, pero después se le olvida.
El caso de Fredy, de 10 años, en 4° grado, no es tan grave, porque aunque
su rendimiento es muy bajo, con refuerzos y ayuda supera las dificultades de
manera aceptable. Sin embargo, tiene que estar moviendo el cuerpo o las manos, es
muy desobediente, rebelde, bulloso,
insoportable. No vale hablar a las buenas, tampoco los pactos, los premios ni
los castigos.
Estos niños tienen indicios típicos de hiperactividad, la cual es un trastorno caracterizado porque el
niño no tiene autocontrol de sus movimientos, el cuerpo necesita estar
moviéndose, esto hace que tengan dificultades para centrar la atención y
sostenerla por un tiempo.
El origen puede ser en una lesión cerebral que compromete no solo la
zona de la corteza cerebral donde se asienta la función motora, sino que
probablemente la emocional lo cual explicaría su conducta impulsiva, agresiva y
la rebeldía.
Es probable que también tenga afectadas otras zonas cerebrales encargadas
de la atención, memoria, lenguaje y la función ejecutiva, la cual se encarga de
la capacidad de planear, organizarse y cumplir sus propósitos.
Indiscutiblemente estos niños necesitan ser valorados por un psicólogo,
quien aplicará unas pruebas básicas. Con los resultados se puede remitir al
neurólogo que sea pediatra.
El tratamiento probablemente conste de medicinas ordenadas y controladas por el neuropediatra, terapias con
psicólogo, psicopedagogo, fisioterapeuta, y para obtener comprensión y apoyo,
terapias familiares y algunas instrucciones para los docentes. (En las
facultades de psicología de universidades, puede recibir ayuda)
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